La inteligencia emocional es la manera intencional e inteligente de utilizar las propias emociones. Las emociones deben ser un factor que ayude a conducir nuestras conductas y a pensar de manera que podamos mejorar nuestros resultados.
Hemisferios cerebrales.
El cerebro humano se encuentra dividido en dos mitades interrelacionadas entre sí por medio de fibras nerviosas, que actúan de conductos comunicantes entre ambos.
Recibe estímulos externos que asimila y codifica de manera dual.
Roger Sperry argumentó que “ Cada hemisferio tiene sensaciones privadas, percepciones, pensamientos e ideas, los cuales están separados de las correspondientes experiencias en el hemisferio opuesto. Cada hemisferio tiene su propia cadena privada de recuerdos y experiencias de aprendizaje, que son inaccesibles para el otro hemisferio.
Cada hemisferio está capacitado para percibir, recordar, aprender, sentir y reaccionar de manera diferente y autónoma, Cada uno son dos formas de pensamiento que se corresponden aunque aparentemente uno sea el opuesto del otro.
Todos poseemos una tendencia hemisférica dominante, un hemisferio que de manera natural domina más que el otro. Nuestra forma de pensar, de percibir el bien y el mal, la relación con los demás, las características de nuestros amigos y de nuestra pareja, la profesión que elegimos y hasta los éxitos y fracasos que obtenemos de la vida son producto de nuestra tendencia hemisférica natural.
Los individuos cuyo hemisferio dominante es el hemisferio izquierdo tienden a ver el mundo en blanco y negro, ordenados, puntuales, organizados, efectivos, rápidos de cálculo y de lenguaje, viven presos en el “ Deber Ser “.
Viven más preocupados por responder a las expectativas que los demás tienen de ellos, que se ocupan en crear una vida propia, un proyecto de vida personal.
Se arriesgan poco porque sienten necesidad de control por lo que se aferran a lo conocido y tangible.
Por el contrario, las personas cuya tendencia dominante es el hemisferio derecho, sienten que la vida es un espacio infinito, y esta sensación de amplitud les da seguridad, “ siempre existirá un lugar para mí “, se dicen así mismas.
Son desordenadas, pierden y olvidan cosas, desapegadas, soñadoras, abiertas a cambiar de enfoque, impuntuales, desconcentradas, animosas, ven más allá de lo que ven los ojos comunes, son intuitivas y se arriesgan a vivir experiencias diferentes. No les gusta controlar ni sentirse controlados. Tampoco les preocupa lo que los demás piensen de ellos y generalmente toman sus decisiones en función de construir el mundo en donde les gustaría vivir.
Hemisferios cerebrales.
El cerebro humano se encuentra dividido en dos mitades interrelacionadas entre sí por medio de fibras nerviosas, que actúan de conductos comunicantes entre ambos.
Recibe estímulos externos que asimila y codifica de manera dual.
Roger Sperry argumentó que “ Cada hemisferio tiene sensaciones privadas, percepciones, pensamientos e ideas, los cuales están separados de las correspondientes experiencias en el hemisferio opuesto. Cada hemisferio tiene su propia cadena privada de recuerdos y experiencias de aprendizaje, que son inaccesibles para el otro hemisferio.
Cada hemisferio está capacitado para percibir, recordar, aprender, sentir y reaccionar de manera diferente y autónoma, Cada uno son dos formas de pensamiento que se corresponden aunque aparentemente uno sea el opuesto del otro.
Todos poseemos una tendencia hemisférica dominante, un hemisferio que de manera natural domina más que el otro. Nuestra forma de pensar, de percibir el bien y el mal, la relación con los demás, las características de nuestros amigos y de nuestra pareja, la profesión que elegimos y hasta los éxitos y fracasos que obtenemos de la vida son producto de nuestra tendencia hemisférica natural.
Los individuos cuyo hemisferio dominante es el hemisferio izquierdo tienden a ver el mundo en blanco y negro, ordenados, puntuales, organizados, efectivos, rápidos de cálculo y de lenguaje, viven presos en el “ Deber Ser “.
Viven más preocupados por responder a las expectativas que los demás tienen de ellos, que se ocupan en crear una vida propia, un proyecto de vida personal.
Se arriesgan poco porque sienten necesidad de control por lo que se aferran a lo conocido y tangible.
Por el contrario, las personas cuya tendencia dominante es el hemisferio derecho, sienten que la vida es un espacio infinito, y esta sensación de amplitud les da seguridad, “ siempre existirá un lugar para mí “, se dicen así mismas.
Son desordenadas, pierden y olvidan cosas, desapegadas, soñadoras, abiertas a cambiar de enfoque, impuntuales, desconcentradas, animosas, ven más allá de lo que ven los ojos comunes, son intuitivas y se arriesgan a vivir experiencias diferentes. No les gusta controlar ni sentirse controlados. Tampoco les preocupa lo que los demás piensen de ellos y generalmente toman sus decisiones en función de construir el mundo en donde les gustaría vivir.
Fuente: Inteligencia Emocional de Daniel Goleman
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